En un nuevo intento por maquillar el colapso del sistema de salud, el régimen cubano promueve el uso de la medicina natural y tradicional como solución ante la aguda escasez de fármacos químicos en la isla.
En Santiago de Cuba, autoridades sanitarias destacan como ejemplo de “alternativa efectiva” un laboratorio local donde se elaboran jarabes de cebolla, ajo y orégano para su venta en farmacias estatales, en sustitución de fármacos industriales que ya no se producen o no llegan a los mostradores.
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La iniciativa fue divulgada por el medio oficial Sierra Maestra, que celebró la “resolución de los cubanos para enfrentar los obstáculos con inteligencia y voluntad”, sin cuestionar las causas estructurales de la carencia de medicamentos esenciales.
La nota está basada en una visita al Laboratorio de Producción Local de Farmacias y Ópticas, ubicado en la calle Reloj, entre San Ricardo y Martí, en la ciudad de Santiago de Cuba, donde un equipo compuesto por un especialista, ocho auxiliares y un administrador produce hipoclorito de sodio y jarabes naturales destinados a los dispensarios farmacéuticos.
Entre los productos se incluyen extractos de plantas como salvia, ajo, cañadonga y cebolla, a los que se atribuyen beneficios “probados”, aunque en realidad su promoción es por escasez, no por solo efectividad, pues estos deben emplearse más como complemento que como fármaco principal.
Estos compuestos artesanales son presentados por la prensa oficialista como sustitutos eficaces de los medicamentos que han desaparecido de las farmacias cubanas.
De acuerdo con los datos del propio medio, en lo que va de año se han producido más de 45 mil frascos de diferentes jarabes, y solo la semana pasada se elaboraron más de 13 mil frascos de jarabe de cebolla, que ya están distribuidos en todas las farmacias de Santiago de Cuba.
El jarabe, se asegura, es útil en procesos respiratorios por su contenido de vitamina C, y se promociona como una opción para tratar enfermedades tan diversas como bronquitis, hipertensión, reumatismo, obesidad o incluso trastornos cardíacos.
Sin embargo, lejos de ser una solución sostenible, el recurso a la medicina natural tradicional, en las condiciones actuales, evidencia el deterioro profundo del sistema sanitario.
La propia nota reconoce que la producción se ve afectada por los constantes apagones, otro síntoma del colapso de los servicios básicos en Cuba.
Lejos de señalar la falta de gestión, corrupción o malas decisiones del gobierno, el artículo de Sierra Maestra culpa a “la guerra económica del imperio” por la crisis de medicamentos, mientras idealiza el papel de médicos y paramédicos que deben enfrentar la emergencia con medios mínimos y soluciones improvisadas.
El laboratorio en cuestión también produce tinturas base para elaborar otras fórmulas en los dispensarios de la provincia, en lo que se presenta como un modelo replicable.
Pero más allá de los tonos triunfalistas del oficialismo, la realidad es que miles de cubanos hoy dependen de jarabes de cebolla o ajo, ante la imposibilidad de acceder a antibióticos, antihipertensivos o medicamentos básicos que deberían ser garantizados por el Estado.
Esta apuesta por la medicina natural como “estrategia alternativa” confirma no solo la escasez, sino la normalización de la precariedad como política de Estado, mientras la salud pública cubana retrocede décadas, convertida en un sistema donde la fe en las plantas reemplaza a la ciencia y la improvisación suple a la infraestructura.
Un médico consultado por CiberCuba advirtió que, en enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, el uso exclusivo de medicina natural carece de respaldo científico sólido y puede resultar peligroso.
“La hipertensión es una de las enfermedades crónicas no transmisibles más frecuentes y puede generar graves complicaciones en el corazón, los riñones, la retina y el cerebro si no se controla de forma efectiva y sostenida”, explicó el especialista.
El profesional subrayó que el tratamiento requiere con frecuencia el uso combinado de varios fármacos cuya eficacia ha sido demostrada por estudios clínicos rigurosos, y que deben ajustarse de forma individual a cada paciente según factores como sexo, edad, raza, genética, peso o hábitos tóxicos.
“Pretender que la medicina natural tradicional puede sustituir por sí sola estos tratamientos, sin estudios robustos que la respalden y sin considerar la complejidad clínica de cada caso, es una muestra de desconocimiento científico y una desviación de los principios básicos de la medicina”, concluyó.
Añadió que, si bien estos remedios pueden tener un uso complementario, nunca deben ser la única opción de tratamiento, y su aplicación debe realizarse bajo estricta supervisión médica y de forma personalizada.
En 2024, el gobierno cubano decidió incrementar los precios de la medicina natural y tradicional, una medida que afectó directamente a los ciudadanos más vulnerables que ya enfrentaban dificultades para adquirir tratamientos esenciales.
Según reportes oficiales, el aumento alcanzó productos como tinturas, ungüentos y jarabes elaborados con ingredientes naturales, bajo el argumento de compensar los costos de producción y distribución en medio de la crisis económica.
Paralelamente, las autoridades sanitarias priorizaron la elaboración de medicamentos naturales como respuesta a la persistente escasez de fármacos industriales.
Esta estrategia, promovida especialmente en provincias como Santiago de Cuba y Villa Clara, impulsó la fabricación de jarabes, pomadas y extractos vegetales en laboratorios locales, integrados al sistema estatal de farmacias.
Desde hace años, la prensa oficialista ha promovido el uso de remedios naturales para tratar dolencias comunes como inflamaciones, gripes o trastornos digestivos.
En lugar de reconocer la falta de acceso a medicamentos certificados, los medios estatales presentan estas alternativas como parte de la “sabiduría popular”, reforzando una narrativa de autosuficiencia que desvía la atención de las causas estructurales de la crisis sanitaria en la isla.
Preguntas frecuentes sobre la escasez de medicamentos en Cuba y las alternativas propuestas
¿Cuál es la situación actual de la escasez de medicamentos en Cuba?
La situación de la escasez de medicamentos en Cuba es crítica, con más del 70% de los fármacos esenciales en falta o con serias dificultades de acceso. Esto afecta gravemente la calidad de los servicios médicos, obligando a muchos cubanos a recurrir a mercados paralelos para obtener medicamentos esenciales.
¿Qué alternativas está promoviendo el régimen cubano ante la escasez de medicamentos?
El régimen cubano está promoviendo el uso de la medicina natural y tradicional como alternativa a la escasez de medicamentos. Esto incluye la producción de jarabes de cebolla, ajo y orégano en laboratorios locales, que se venden en farmacias estatales como sustitutos de fármacos industriales.
¿Qué críticas se han hecho a la promoción de jarabes naturales como solución a la escasez de medicamentos?
La promoción de jarabes naturales ha sido criticada como una medida insostenible que evidencia el deterioro del sistema sanitario cubano. Se considera que es una normalización de la precariedad como política de Estado, donde la improvisación reemplaza a la infraestructura médica adecuada.
¿Cuáles son las causas principales de la escasez de medicamentos en Cuba según el gobierno?
El gobierno cubano atribuye la escasez de medicamentos a factores externos como la "guerra económica del imperio" y al encarecimiento de materias primas y fletes. Sin embargo, también se identifican problemas internos como la falta de financiamiento y la mala gestión, lo que ha agravado la crisis.
¿Cómo afecta la escasez de medicamentos a la vida diaria de los cubanos?
La escasez de medicamentos limita el acceso a tratamientos esenciales, afectando a pacientes con enfermedades crónicas y urgencias médicas. Muchos cubanos se ven obligados a buscar remedios en mercados paralelos, incrementando los costos y dificultando aún más el acceso a la atención médica.
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