
¿Hubiera sido capaz Donald Trump de asistir a la investidura de Hillary Clinton, si hubiera ganado la ex-candidata demócrata las elecciones a la Casa Blanca? Eso no lo sabremos jamás.
Es muy posible que no, cómo olvidar las públicas amenazas de cárcel en aquel acalorado debate de hace apenas unos meses.
En todo caso, con la victoria se olvidan las memorias, y Trump parece haberse sentido impresionado, no ya por la asistencia de Hillary a la ceremonia de investidura (algo hasta cierto punto previsible por su condición de ex-primera dama), sino por su asistencia al almuerzo presidencial que tuvo lugar hoy en Washington.
El nuevo presidente dijo sentirse "honrado" por la asistencia de la ex-secretaria de Estado y de su marido, el ex-presidente Bill Clinton al citado almuerzo, que tuvo lugar en la Sala Nacional de las Estatuas.
Trump, tras mostrar "sus respetos" a los dos invitados, pidió directamente que los asistentes se pusieran de pie para aplaudir a Hillary Clinton y a su marido, algo que él también hizo.
¿Trump aplaudiendo a Hillary, de repente convertida en "respetable" a sus ojos? Pues sí.
Parece que, para Donald Trump, Hillary Clinton ha dejado de ser "a nasty woman".
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