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Mientras el régimen cubano continúa negando su participación en la invasión rusa de Ucrania, un dato estremecedor emerge del listado filtrado por el proyecto ucraniano “Quiero vivir”: al menos 118 cubanos mayores de 50 años han sido reclutados por el ejército ruso para combatir en la guerra.
De ellos, tres superaban los 60 años al momento de firmar su contrato. No son soldados profesionales, ni voluntarios ideológicos. Son padres, obreros, jubilados, desempleados, nacidos poco antes o después de la llamada “revolución cubana”, y portadores de su estigma en alguna que otra faceta de su existencia.
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Son parte de un pueblo dañado antropológicamente por el totalitarismo, víctimas de la brutal maquinaria propagandística y de adoctrinamiento construida por el régimen castrista para someter a la población a sus dictados ideológicos e imposiciones socioeconómicas.
Y son, sobre todo, integrantes de esa franja social a la que el régimen cubano explotó y dejó atrás.
El porqué: Sin futuro en Cuba, sin opción de emigrar
En la Cuba actual, la vejez se ha convertido en una etapa de supervivencia extrema. Más del 39% de los jubilados sobreviven con pensiones mínimas de 1,528 pesos cubanos al mes, equivalentes a menos de cinco dólares al cambio informal.
Esta cantidad resulta insuficiente para cubrir las necesidades básicas, obligando a muchos adultos mayores a enfrentar una realidad de escasez y desamparo. "En Cuba no hay futuro", declaró en septiembre de 2023 un mercenario cubano al canal de noticias France 24.
La crisis económica ha provocado una escasez crónica de alimentos, medicamentos y servicios esenciales. Los apagones prolongados y la falta de recursos básicos han exacerbado las dificultades diarias.
Además, la emigración masiva de jóvenes ha dejado a muchos ancianos solos, sin el apoyo familiar necesario para sobrellevar estas adversidades.
Ante esta situación, algunos adultos mayores se ven obligados a buscar alternativas desesperadas para subsistir. La falta de oportunidades y la necesidad de sobrevivir en un entorno hostil los empuja a considerar opciones impensables, como el reclutamiento en conflictos ajenos.
Estos individuos, invisibles para el Estado pero útiles para intereses externos, representan una generación olvidada que, en aras de sobrevivir en una realidad hostil y un poder refractario al cambio, asume el riesgo de enrolarse en una guerra foránea y la carga moral que implica matar o morir por dinero en pos de afanes imperialistas.
¿Quiénes son? Una identidad borrada
Para proteger su integridad, CiberCuba no publica sus nombres. Algunos casos (3) aparecen en la lista filtrada como hombres con edades entre 60 y 63 años al momento de su reclutamiento.
El listado de “Quiero Vivir” recoge la presencia de 118 mercenarios cubanos reclutados por Rusia con edades entre 50 y 60 años al momento de firmar el contrato.
Entre estos mercenarios, en su gran mayoría cubanos sin parientes en el exterior, con escasas posibilidades de emigrar e insertarse en nuevos mercados de trabajo debido a sus edades, destacan casos que ilustran la magnitud de la tragedia, como el de Raúl A. M., que fue reclutado en enero de 2024 con 53 años, y que aparece en el listado como fallecido un mes más tarde.
O el de Reynerio D. V., reclutado en septiembre de 2023 con 61 años y fallecido en mayo de 2024. O el de Iván G. C., que tenía 58 años al momento de firmar el contrato con el ejército ruso en diciembre de 2023, y que figura como fallecido en enero de 2024, menos de un mes después de haberse alistado como mercenario.
Lázaro Aramis P. R. es otro de los cubanos mayores de 50 años que perdieron la vida apenas un mes después de haber sido reclutados, lo cual deja indicios del escaso adiestramiento de estos mercenarios por parte de Rusia. Lázaro Aramis firmó su contrato a finales de enero de 2024 con 55 años, y fallecía a mediados de febrero.
Luis Ángel R. L. le acompaña en esta triste selección. Firmó su decisión de unirse a las tropas invasoras en diciembre de 2023, con 50 años. Menos de un mes más tarde, este cubano pasaba a engrosar el listado de los fallecidos de la guerra imperialista de Vladimir Putin, apoyada desde La Habana por Miguel Díaz-Canel.
Marcados por la pobreza, la desinformación y la falta de oportunidades, estos cubanos cayeron víctimas de tramas mafiosas que operaron y operan en Cuba con la anuencia del régimen. En Cuba, ya no eran útiles al sistema; en Rusia, son carne de cañón.
El costo moral: ¿Quién se hace cargo?
El reclutamiento de hombres en edad avanzada para un conflicto armado viola principios básicos del derecho humanitario. Aún más si se confirma, como sugiere la evidencia, que lo hicieron engañados o presionados por la miseria.
El régimen cubano, en lugar de proteger a sus ciudadanos más vulnerables, los ha dejado a merced de reclutadores militares extranjeros. Sin acuerdos de repatriación. Sin defensa diplomática. Sin siquiera un reconocimiento.
Los adultos mayores reclutados no se fueron a hacer la guerra de Putin. Se fueron porque la guerra contra el hambre y la desesperanza ya la tenían perdida en Cuba. Y aceptaron lo impensable: jugarse la vida en un país que no conocen, para un ejército que los tratará como desechables.
Este artículo es el retrato de una generación que envejece cargando con la isla entera sobre la espalda. Y que, incluso así, termina en una trinchera, bajo nieve y metralla, lejos de casa.
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