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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se distanció públicamente de los líderes europeos al apoyar de forma enfática una posible reunión entre los presidentes de Rusia y Ucrania en Estambul, prevista para este jueves 15 de mayo.
Trump incluso insinuó este lunes que podría participar personalmente en el encuentro propuesto por Vladimir Putin para contrarrestar la iniciativa de líderes europeos, lo que marcaría un giro inesperado en los intentos internacionales por lograr un alto el fuego en la guerra.
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A través de su red Truth Social, Trump declaró que el presidente ruso “no quiere un acuerdo de alto el fuego” inmediato, pero sí negociar el fin del “baño de sangre” con una reunión en Turquía.
“Ucrania debería aceptar esto, ¡inmediatamente!”, escribió el mandatario estadounidense, sugiriendo que la reunión permitiría a todas las partes saber “dónde están parados” y actuar en consecuencia.
El comentario contrasta con la postura de varios gobiernos europeos que han presionado a Moscú para que acepte un cese del fuego incondicional de 30 días como paso previo a cualquier diálogo.
Alemania, en particular, emitió un ultimátum a Rusia para que lo acepte antes de la medianoche del 12 de mayo, bajo amenaza de nuevas sanciones. El Kremlin rechazó esta exigencia, calificándola de “inaceptable”.
Mientras tanto, el presidente ucraniano mostró disposición a reunirse directamente con Putin, confirmando que asistirá a Estambul. En una publicación en la red social X, Zelenski respaldó la posible participación de Trump en el diálogo y la calificó como “la idea correcta”.
En declaraciones a la prensa, recogidas por Newsweek, Trump insistió en la importancia de la cita en Turquía y reconoció que considera viajar a la región, aunque aclaró que tiene compromisos previos en Medio Oriente. “No subestimen el jueves en Turquía. El presidente Erdogan es un gran anfitrión”, afirmó.
Putin, por su parte, reiteró que está dispuesto a participar en “negociaciones serias” sin condiciones previas, aunque se mostró escéptico sobre un alto el fuego inmediato, argumentando que Ucrania podría usarlo para rearmarse.
La posible reunión sería el primer encuentro directo entre los líderes ruso y ucraniano desde 2019. De concretarse, abriría una nueva etapa en las conversaciones para poner fin a un conflicto que ha desangrado a Europa del Este desde 2022.
En medio de tensiones diplomáticas crecientes y señales cruzadas sobre los términos de la paz, la postura de Trump introduce una variable inesperada y podría redefinir el papel de Washington en el conflicto ucraniano.
Trump equilibra el tablero y oxigena a Putin
La intervención de Trump en el proceso de paz entre Rusia y Ucrania no solo sacude la diplomacia internacional, sino que reaviva viejas tensiones entre el presidente estadounidense y Zelenski.
Desde el inicio de la guerra, Trump ha mostrado una postura ambigua que a menudo se ha alineado con los intereses de Moscú. Su retórica ha oscilado entre la exaltación de Putin —a quien ha calificado en varias ocasiones como “inteligente” y “gran estratega”— y un tono claramente despectivo hacia el liderazgo ucraniano, a quien ha llegado a retratar como un “dictador”.
El tono admonitorio de su reciente publicación en Truth Social recuerda episodios anteriores, como aquel célebre y tenso momento en la Casa Blanca cuando espetó a Zelenski: “Tú no tienes cartas”, dejando en evidencia su percepción de debilidad o de subordinación del gobierno ucraniano, que aprovechó para imponer un acuerdo de explotación de tierras raras y minerales a Kiev.
Ahora, al urgir a Ucrania a aceptar “inmediatamente” una negociación con Putin sin garantías previas de alto el fuego, Trump vuelve a imponer su visión unilateral y menosprecia la postura colectiva de Europa, que exige una tregua como condición para cualquier diálogo.
Este desprecio hacia la diplomacia europea es una constante en su discurso: en su mensaje, no solo ignora el ultimátum emitido por Alemania, sino que lo desacredita de facto al sugerir que solo una reunión sin condiciones puede destrabar el conflicto.
Al hacerlo, Trump le devuelve protagonismo a Putin, restándole presión internacional y ofreciendo una vía de escape diplomática que podría diluir las sanciones occidentales. En otras palabras, equilibra nuevamente el tablero a favor del Kremlin.
Además, sus dudas sobre la capacidad de Ucrania para alcanzar un acuerdo constituyen una forma velada de ridiculizar el liderazgo ucraniano y desacreditar sus motivaciones en plena guerra.
En este escenario, la postura de Trump no solo interfiere en la línea de presión liderada por Europa y EE.UU. bajo su administración previa, sino que reconfigura las dinámicas geopolíticas con un mensaje claro: solo él puede liderar una salida, aunque eso implique debilitar a Ucrania o empoderar a Moscú.
Su eventual aparición en Estambul como actor central del diálogo, más allá de su valor simbólico, representa una concesión estratégica a Putin y un gesto de desdén hacia sus aliados tradicionales.
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